Avenida vida, en alerta

Cuidado, asesino sin pistola, camuflado y con ansia. Pueden manejarnos. Nos volvemos sumisos ante sus garras, y son tan precisos y frívolos que siempre aparecen en el momento justo. En el instante que nos hace frenar, dudar, y volvernos pequeños, y dóciles. 

Solo algunos son capaces de vencer, y todos podríamos serlo. 

Aquellos que se enfrentan a las armas que más daño nos hacen, a ese lado oscuro dentro de nosotros, a ese asesino superficial que deberíamos lamentar confundir con sentimiento, al miedo que mata, por no dejar vivir. Solo ellos son valientes y fuertes.

- Dime a qué tienes miedo, y te diré porque yo no lo tengo, para que puedas vencer, y principalmente vivir.- 

A la muerte. 

- Temer a la muerte solo es un deseo infinito a vivir. Cuando tienes miedo a morir, solo te preocupas por seguir viviendo y entonces aunque aún respires, dejas de vivir. El miedo solo es tu enemigo, es el arma que te está matando y no te deja vivir. -

 A decidir, y a equivocarme.

- En esta vida podemos equivocarnos un millón de veces, y no dudes que lo haremos. Creo que las decisiones importantes son lo que son por el momento en el que las has vivido y que por lo tanto tenemos que dejarnos llevar, vivir de nuestros impulsos y de lo que sentimos, solamente así podremos sentirnos orgullosos de lo que hemos decidido. Si dejamos que el miedo nos frene, estaremos dejando que él decida, y él hará que sea real, que nos equivoquemos. Y una vez más, nuestro único enemigo es el miedo. -

- El miedo es lo único que hace que todo lo que tememos sea real. -

Y también es el que poco a poco va matando nuestras vidas. Frena tus sueños, decide lo equivocado, trunca tus ilusionas y va enterrando todo lo que te hacía feliz después de habérselo cargado. 

Es un asesino, el más peligroso, y solo depende de ti vencerlo. Es tu decisión, si haces lo que sientes, habrás vencido al miedo. Serás valiente.

Silvia Soñadora.

Vuelve a ser real

Te sientes presionado y agobiado, pero no sabes porqué.

Sientes un nudo en el estómago, como cuando estás nervioso, pero esta vez es más fuerte. Hasta tal punto que parece insostenible.

Sientes impotencia emerger de tus ojos, como si el corazón llorase, mientras te hundes.

Y tú sigues sin entender que está pasando.

Decides frenar, y te calmas un poco.

Aunque tu respiración continúa siendo rápida y entrecortada.
Miras a tu alrededor, piensas en ti mismo.

Notas una punzada de dolor atravesar tu cuerpo,
el nudo sigue ahí, atacando para que no te olvides de qué te estás derrumbando por dentro.
Levantas la mirada, y sientes sus voces.
Sus palabras que gritan lo que te niegas a escuchar.

Todo lo que dicen, todo lo que son.
Todo va en contra de ti.
Te está suprimiendo, anulando. Está transformándote en alguien que no eres tú.
Sientes la necesidad de volver a la vida, de decir todo lo que piensas.

Todo ese nudo eres tú.
Tú encerrado en ti, impidiendo que salgas.
Y quieres dejar de ser la pieza del puzzle, que encaja aguantado la presión que disimula su forma real.

Quieres estallar, y no volver a contenerte más.
El desahogo acude a tus penas, y las lágrimas te liberan.

A veces, uno necesita derrumbarse, sentir impotencia, o simplemente frenar, para darse cuenta de que las cosas no iban tan bien como parecía, porque ese tú real siempre será el que sufre, y puede que tus ojos no lo vean, pero el corazón siente y el alma nunca muere.

Y sucede. Todo lo que eres deja de oprimirte. El nudo comienza a deshacerse.

Has vuelto a ser real.

Silvia Soñadora