Un destino compartido

Hace un tiempo, dos caminos se cruzaron. Pudieron ser amigos, colegas, o conocidos, sin embargo, la magia del amor apareció. Creo que ambos supieron desde el primer momento que se estaban enamorando. Y qué después de todo aquello, llegaría el primer te quiero, el primer encuentro de sus labios, y el momento en que sus miradas se fundieran en un abrazo.

Eligieron disfrutar cada instante de conquista, cada beso, y cada segundo que podían estar juntos. Apostaron por grandes cambios, y se fueron a vivir juntos. Incluso diría, que cada amanecer que despertaban juntos se enamoraban más, y que si alguna vez discutían sin duda fue menos importante que los buenos momentos.
Y quisieron compartir su amor con un gatito a quién llamaron Trasto, se deshicieron en cariño e ilusión con el pequeño animal, y más tarde cuando este creció, un felino tan pequeño como él era al principio, llegó a su casa. Le llamaron Mojito.

Una pareja que al principio no era nada, solo dos vidas desconocidas, que la casualidad, caprichosa del destino, quiso unir. Dos corazones se encontraron y quisieron dejar una muestra de su aroma, y una huella. Esas huellas son pisadas, que ahora caminan entrelazadas, sin dejar de ser suyas. Esas vidas antes desconocidas hoy se necesitan y avanzan unidas. Y los dos corazones culpables de esta unión, laten con más fuerza desde aquel día que encontraron ese sentimiento llamado amor y dejaron una muesca de su esencia en el corazón ajeno.

Son muchas las sonrisas compartidas, e innumerables los recuerdos que les unen en pensamiento y alma.
Los sentimientos que aún hoy afloran cuando se miran. Y los sueños que vivirán juntos.
Las palabras sobran entre dos personas que hace tiempo que son una, y dos vidas que aunque independientes están unidas.
Y ese día que se prometan amor eterno sus corazones y sus almas crearán un destino compartido para dos vidas que siempre caminarán enamoradas.

Silvia Soñadora

Dedicada a dos personas muy especiales, Miguel y Laura.