Sobre la repisa de una ventana, saboreo con la mirada mi ciudad nevada, y enloquezco con el recuerdo de un grito liberado. Un grito que rompió el silencio de aquel inmenso lugar de manto blanco, y lo llenó de paz, con el gran regusto de sentirme libre. Nadie me oyó. Solo yo recuerdo aquella nieve y el grito que la marcó para siempre. El grito que nos cambió, unos tres segundos que se helaron en mi retina y dejaron que mi alma fuese libre.
Y aquí está mi febrero, con la nieve más blanca del invierno y los recuerdos más intensos.
Silvia Soñadora
Esto es precioso. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso♥
Un grito que libera y permite al alma conquistar la blanca inmesidad...
ResponderEliminarReconquistarnos a nosotros mismos..
Un abrazo de luz
Tu blog es genial :)
ResponderEliminarQuería pasar a dejarte mi sitio ya que soy nueva por acá http://bonjoursamy.blogspot.com
Te sigo :D
Un beso!