Pero las apariencias engañan, y también las sonrisas.
Hace tiempo que no tengo miedo, no le temo al tiempo, ni a los problemas, no le tengo miedo a la tormenta y ya no me asustan los días grises.
Porque hay días grises, para todos y en cualquier parte.
Y con esto quiero decir que no debemos esconderlos, avergonzarnos o hundirnos por ellos. No son un delito en el camino a una vida bonita.
Lo bonito del camino son las curvas, los baches, los giros inesperados, las salidas del carril, los aumentos de velocidad, soltar los frenos y dejar el volante...
Lo bonito es lo que te hace vivir, lo que te enseña, lo que te cambia y te hace avanzar.
Y precisamente, son esos días que se hacen cuesta arriba, sea por el motivo que sea, los que más que te enseñan, las experiencias con las que más aprendes.
Hoy en día parece que solo está bien compartir los momentos pletóricos, cuando la adrenalina se te sale por los poros y estás en una montaña rusa que no para de subir.
Pero siendo realistas, la montaña siempre baja. Y también las bajadas se pueden compartir.
No como una queja, no como pesimismo, sino como todo lo contrario. Hablemos de todo lo que aprendemos de las tormentas que atravesamos, compartamos como las superamos, juntos o por nosotros mismos. Hablemos de nuestras debilidades como si fueran fortalezas, porque enfrentarlas nos hace fuertes.
Y aquí es donde nos damos cuenta de que todo eso que cuesta más, todo lo que tenemos que superar, los días grises, las lágrimas... también nos hacen felices.
Que derrumbarse no es ninguna debilidad, es la fuerza que nos da levantarnos después de la caída. Que ningún día gris será un túnel sin salida, porque cuando vuelvas a abrir los ojos podrás hacer tu día del color que elijas.
Sé que esperan que solo contemos los momentos de alegría, pero es de valientes contar también lo bonito que es el gris. Cuanto extrañas un abrazo de buenos días, como tu cabeza a veces vuela de vuelta, como echas tanto de menos a personas algunos días, o como una canción es capaz de sacar todo lo que llevas dentro.
Pero nunca olvidemos que los valientes somos resiliencia, que ningún día gris hará negro el arcoiris entero.
Que bonito se siente cuando vuelves a subir, y cuando incluso estando abajo eres feliz.
Que rápido sube, que rápido avanza, y pensar que nosotros avanzamos a su velocidad, te da ganas de comerte el mundo. Que rápido avanza, que rápido va, que la vida sigue y cambia, pero nunca frena. Tenemos la oportunidad de cambiar con ella, de crecer, de subir y subir, y bajar para volver a subir, de vivir.
Que las apariencias engañan. Lo bonito te enseña, te hace crecer, lo bonito avanza y no es lo fácil, es lo que cuesta lo que nos hace fuertes y nos hace vivir.
Que las lágrimas son vida, tanto como una sonrisa. Y la felicidad va por las dos vías.
Que somos una montaña rusa, que somos resiliencia, y una constante evolución.
Y es a lo que se llama vida, y que bonita.
P.D: Mañana voy a celebrar por primera vez en mi vida Acción de gracias, y quiero agradecer mi ahora, mi presente, mis oportunidades. Quiero agradecer las personas que me leen, las personas que forman mi hogar, las que están y son conmigo siempre. Os adoro.
Silvia Soñadora
Nosotros también te queremos y como bien dices no puede llegar el verano sin pasar el invierno. Todo es necesario.
ResponderEliminarMuy bonitas las ilustraciones.
Pásatelo muy bienn y me a encantado este relato,ya que estoy de acuerdo con lo que dices en el
ResponderEliminarYo tambien echo de menos ese abrazo por las mañanas ,tu cierra los ojos y sientelo.....es muy bonito lo que escribes y real pues no hay nada bueno si no hubiera algo malo ,todo igual no puede ser seria plano lo emocionante y valido son los cambios ,Te quiero mi niña sigue escribiendo!!!
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