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Capitulo 4
Una mañana divertida
Ese lunes había sido un día muy ajetreado. Un día lleno de emociones y
sorpresas, un día único y especial.
El incesante resplandor del sol la despertó. Era temprano, las nueve
para ser exactos. Aun así se levanto, tenía ganas de despejarse.
Se asomó a la ventana, los rayos del sol deslumbraron sus ojos. La
temperatura era muy elevada. Esa mañana desayunó al aire libre en la mesa del
jardín. Cuando termino su desayuno fue a buscar alguna prenda fresca en su
maleta.
A las diez ya estaba vestida y arreglada. Se había puesto una minifalda
rosa y una camiseta blanca. Como hasta las once y media no tenía que salir para
ir al parque decidió ordenar su ropa en el armario. El armario era lila, como
su habitación.
En tan solo media hora había terminado. Cogió su móvil y llamó a su madre.
Su madre se llamaba Marga, trabajaba como profesora en un colegio de la
ciudad. Todavía no habían empezado las clases por lo que su madre no estaba
trabajando.
Nadie contestó la llamada. Volvió a intentarlo pero tampoco contestaron.
Como su madre no la cogía, llamo a Laura.
Conversaron alegremente durante media hora, aunque a ambas les parecieron
cinco escasos minutos. Se despidieron con un tono alegre aunque a las dos se
las había borrado su preciosa sonrisa de
la cara. Si de ellas dependiera se quedarían con un oído pegado al teléfono durante
infinitas horas escuchando a su mejor amiga hablar sin apenas parar para
respirar durante un segundo.
A las once y media salió de casa con su
bolsito marrón claro colgado del brazo. En diez minutos estaba en un banco del
parque. Al poco tiempo llegó Marina con su vestido de flores y un bolso pequeño
de color lila. A Cris siempre le había gustado la forma de
vestir de Marina, ese día estaba guapísima.
Caminaron durante
un rato, Marina vio una tienda de ropa y entraron a echar un vistazo. Cris se probó
un vestido, era rosa.
Al final Cristina se compró un vestido y unas botas para
cuando se adentrase mas el invierno. Marina compro unos vaqueros y una camiseta
blanca.
Las dos charlaban
contentas de sus compras, entre una cosa y otra se habían hecho las dos. Ambas tenían hambre, así que fueron a un restaurante y se sentaron en una mesa de la terraza
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