Sientes un nudo en el estómago, como cuando estás nervioso, pero esta vez es más fuerte. Hasta tal punto que parece insostenible.
Sientes impotencia emerger de tus ojos, como si el corazón llorase, mientras te hundes.
Y tú sigues sin entender que está pasando.
Decides frenar, y te calmas un poco.
Aunque tu respiración continúa siendo rápida y entrecortada.
Miras a tu alrededor, piensas en ti mismo.
Notas una punzada de dolor atravesar tu cuerpo,
el nudo sigue ahí, atacando para que no te olvides de qué te estás derrumbando por dentro.
Levantas la mirada, y sientes sus voces.
Sus palabras que gritan lo que te niegas a escuchar.
Todo lo que dicen, todo lo que son.
Todo va en contra de ti.
Te está suprimiendo, anulando. Está transformándote en alguien que no eres tú.
Sientes la necesidad de volver a la vida, de decir todo lo que piensas.
Todo ese nudo eres tú.
Tú encerrado en ti, impidiendo que salgas.
Y quieres dejar de ser la pieza del puzzle, que encaja aguantado la presión que disimula su forma real.
Quieres estallar, y no volver a contenerte más.
El desahogo acude a tus penas, y las lágrimas te liberan.
A veces, uno necesita derrumbarse, sentir impotencia, o simplemente frenar, para darse cuenta de que las cosas no iban tan bien como parecía, porque ese tú real siempre será el que sufre, y puede que tus ojos no lo vean, pero el corazón siente y el alma nunca muere.
Y sucede. Todo lo que eres deja de oprimirte. El nudo comienza a deshacerse.
Miras a tu alrededor, piensas en ti mismo.
Notas una punzada de dolor atravesar tu cuerpo,
el nudo sigue ahí, atacando para que no te olvides de qué te estás derrumbando por dentro.
Levantas la mirada, y sientes sus voces.
Sus palabras que gritan lo que te niegas a escuchar.
Todo lo que dicen, todo lo que son.
Todo va en contra de ti.
Te está suprimiendo, anulando. Está transformándote en alguien que no eres tú.
Sientes la necesidad de volver a la vida, de decir todo lo que piensas.
Todo ese nudo eres tú.
Tú encerrado en ti, impidiendo que salgas.
Y quieres dejar de ser la pieza del puzzle, que encaja aguantado la presión que disimula su forma real.
Quieres estallar, y no volver a contenerte más.
El desahogo acude a tus penas, y las lágrimas te liberan.
A veces, uno necesita derrumbarse, sentir impotencia, o simplemente frenar, para darse cuenta de que las cosas no iban tan bien como parecía, porque ese tú real siempre será el que sufre, y puede que tus ojos no lo vean, pero el corazón siente y el alma nunca muere.
Y sucede. Todo lo que eres deja de oprimirte. El nudo comienza a deshacerse.
Has vuelto a ser real.
Silvia Soñadora
Simplemente me ha... encantado.
ResponderEliminarTú encerrado en ti... Sí, efectivamente, a veces, es así. Y te sientes prisionero de algo que no ves... Estás a tientas... Contemplando pistas sueltas y al mirarte al espejo te ves ... Pero no sientes que sigas siendo quien creias ser.
ResponderEliminarA veces estámos encorsetados.
Un abraz✴
asdfghjklñ
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