En un columpio entre las nubes.

El calor es pesado y la brisa suave, aunque lo suficientemente fuerte como para balancear débilmente mi cabello. El mar está repleto de gente, el agua es cálida y agradable. En la orilla, juego con la arena hasta escribir mi nombre y espero a ver como el agua lo borra. Voy entrando poco a poco, disfrutando del paisaje y del movimiento pausado de la marea. Cuando ya estoy alejada de la orilla, comienzo a nadar, sin siquiera pensar en por qué lo hago. Al cabo de un par de minutos, me detengo y me tumbo mirando al cielo. Oigo el murmullo de la gente, a lo lejos, como un suave susurro. El silbido del mar es la sintonía que conduce mis pensamientos.
El cielo está despejado, de un color azulado grisáceo, al fondo veo una preciosa nube, cierro los ojos...
Imagino como seria poder volar como un pajarillo y posarme sobre ella...
Imagino poder tocarla, ¿se desintegrará? ¿O será suave como el algodón?
¿Será cómoda como un colchón? ¿O me hundiré hasta descender por el cielo y aterrizar en la tierra?
¿Se podrá saltar sobre ella? ¿O me hará cosquillas en los pies?
¿Y si tuviese un columpio y pudiese impulsarme tan alto como para llegar hasta ella?
Imagino el columpio, mis manos agarradas haciendo fuerza para poder impulsarme más alto y en cada impulso el anhelo de llegar hasta ella resucita más fuerte.
Al impulsarme, me sonrojo al imaginar el cosquilleo al rozar mi piel con ella.
Al impulsarme, me imagino comiendo trozos de nube como si fuese un algodón de azúcar.
Al impulsarme, me veo tumbada sobre ella, con mis cabellos colgando por el cielo, y siento el vaivén que amaga por avanzar tras el horizonte.
Al impulsarme... imagino estar en un columpio entre las nubes, que surca los cielos por encima del mar.

Silvia Soñadora.