Sonreí desde dentro, me gustó lo que reflejaba.
Miré más allá del reflejo, y vi que quería ser esa chica.
Y que lo era, soy esa chica.
Me sentí orgullosa, por ser la que sonreía en el espejo.
Por ser lo que era, y por no tener miedo.
Orgullosa de haber vencido la cobardía,
y de sentir mi corazón valiente latiendo.
Me encaré a la chica que me miraba desde el otro lado del cristal,
Soy feliz, y valiente. Me quiero, y no puedes luchar contra eso.
Escribir, es el reflejo del alma,
las palabras habían hablado en nombre de la mía,
y esa chica que estaba dentro de mi alma,
esa era mi verdadero reflejo.
Cuando vi quién era, empecé a amarme,
me engañaba con espejos, solo superficiales,
y no miraba a mi verdadero yo, el que vivía dentro de mí,
el que en mi corazón latía, y sonreía.
No somos lo que dicta un espejo, ni lo que ven otros ojos, somos almas.
Solo nosotros podemos ver nuestro verdadero reflejo, ese que vive y late dentro.
Y solo nosotros, somos los que podemos mostrarlo al mundo.
Cuando amemos ese reflejo, entonces los demás podrán verlo.
Silvia Soñadora